Encuentro inesperado....un café, mademoiselle?

Santi se acercó a la chica en la calle y la invitó a un café.
Un simple café. ¿Qué podría haber de malo en eso? Un café inocente.
Como los que se toman con un viejo amigo o un completo desconocido.
Santi insistió, la siguió en realidad. Tal vez creería que ella le rechazaría. Ella no rechazaba ciertas invitaciones, aunque solía desconfiar de la gente a la que no conocía y se le acercaban en la calle.
A decir verdad, solía desconfiar de todo el mundo, siempre había un doble fondo y las cosas, en especial las personas, no son lo que parecen.
Durante el resto del día la chica siguió pensando en Santi.
No le había dicho nada definitivo. Tal vez no se volvieran a ver. Era una esperanza vana.
Ya se podía adivinar lo que iba a pasar. Se tomaría un café con él, hablarían de cosas superficiales y ella se iría dejándole con una peligrosa curiosidad y sin saber por qué lo miraba así o lo que realmente pensaba.

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