Memorias (puedequefalsas)

Yo de pequeña tenía una corona.
Una de esas de plástico.
Por aquella época me encantaba. Brillante, con sus piedras preciosas, sus rubíes y esmeraldas adornando mi melena y resaltando el color de mis ojos. Cómo me gustaba.
Creo que era porque me hacía sentir como una princesa.
De esas de porcelana. De las que se rompen solo con mirarlas. De las que esperan a su príncipe.
Y cuando me la ponía, mi vestido roto se convertía en uno digno de una verdadera dama, las marcas de mi cuerpo desaparecían, el morado de mi piel ya no dolía, era acariciado por la seda que me envolvía.
Entonces llegaba él.
Al principio no le oía venir y me arrancaba mi corona. Y desaparecía la seda, el lujo y la grandeza.
Más adelante, aunque le oía venir me dolía más separarme de mi corona que sus golpes.
Son caricias, decía él.
Con el tiempo dejé de ponerme la corona. Ya no quería ser princesa.
Para él era su princesa, eso es lo que decía.
Quise escapar de su jaula y no le gustó.
Las caricias ya no eran solo golpes, descargaba en ellos su frustración.
La de no ser como él esperaba, la de no pensar como él quería. Nunca se me dio bien eso de obedecer.
Con el tiempo empecé a odiar la corona, los vestidos y la grandeza.
Si a las princesas se las trataba así, quién querría ser una de ellas.
Ahora las marcas de mi piel han desaparecido pero algunas cicatrices perduran. Dudo que algún día se vallan.
Ya no hay golpes. Se ha cansado.
Ya no soy princesa. Y en el fondo quiero ser algo más para alguien.

5 comentarios:

  1. Una forma muy sútil de tratar el tema. Ha estado muy bien. Besos.

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  2. Es de esos textos que erizan el vello de la piel.
    Impresionante.

    Muaaks!

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  3. Nadie ha de cambiar su forma de ser por otra persona, existe alguien para cada uno, alguien que nos quiere exactamente como somos.

    Y entonces sí somos princesas... de un único reino ;)

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  4. sin palabras.
    con o sin corona tendrás tu cuento, con sapos, brujas y príncipes.

    se feliz.

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  5. Es un gran error confundir el amor con el maltrato ¿quién nos ha enseñado que así es el amor? porque eso no lo aprendiste sola, si te quedaste es porque pensabas que así debía ser; ahora la cura que buscas (en tu cuento) es peor que la enfermedad; PRIMERO te separas de él y luego buscas otra pareja; ¿porqué vas a buscarte un amante cuando aún tienes un contrato verbal o matrimonial con él? Hagamos las cosas sin traicones ni mentiras, no porque todos roben robaremos también. Un gran abrazo

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