Nuestros caminos se encontraron un día cualquiera, cuando nos cruzamos en la calle.
Estaba dando uno de sus paseos interminables por toda la ciudad y sin saber por qué, me fijé en ella.
No era su belleza, de hecho, no tenía unos rasgos destacables. No fue su ropa, ya que era discreta. No es que insinuara comerse el mundo con su forma de caminar, más bien era un paso lento pero constante. Me fijé en ella por su presencia, o más bien, la ausencia de ella.
Era como si no estuviera. Como si hubiera un vacío en el espacio que ocupaba su cuerpo. Como si fuera transparente y a la vez emanara de ella un profundo abismo.
Una ausencia, vacío, nada. Eso era ella. Tan callada, tan sigilosa. Había silencio en torno a ella.
No sé su nombre o si hace algo más que vagar por las calles. Tampoco sé qué se oculta tras su rostro inexpresivo.
Me encandiló con su frialdad y desde entonces no dejo de preguntarme si será tan silenciosa cuando se la conoce más, si tendrá algo que decir más bello que el silencio, si alguien le robó una parte tan importante de su ser, que ahora solo ha quedado el envoltorio vacío.

5 comentarios:

  1. Que chica más misteriosa. Odio ser tan repetitiva contigo. De veras que a veces me siento boba, pero es que me has vuelto a dejar con ganas de más.

    Un muaa!

    ResponderEliminar
  2. Quizás creas que está vacía y en realidad está llena de vida. Prueba a conocer. Seguro que te sorprendes ;)

    ResponderEliminar
  3. Una vez yo me hice las misma preguntas. Espero que él obtenga respuestas. Y espeo que no sea solo un envoltorio. Muuuaks.

    ResponderEliminar
  4. Me encanta ese misterio. Échaba de menos leerte. Beijinhos.

    ResponderEliminar
  5. Que malo quedarse con loa curiosidad...Me gusta el texto, te la puedes imaginar!

    ResponderEliminar