Diario de a bordo

A las 08:45 sale de casa y la sigo tapado con un gorro y un cuello alto que me llega hasta la barbilla.
A las 09:10 sigue caminando por la ciudad, aparentemente sin rumbo fijo.
Después de tropezarse con varias personas a la salida del metro, sobre las 10:00 entra en una tienda de compra-venta y entra en un bar.
No parece darse cuenta de mi presencia cuando entro y me quedo en la barra con mi desayuno de cerveza.
Le traen el bocadillo más grande que deben tener y una taza humeante.
No sé si sigue en la casa donde nos conocimos, no sé si está con alguien, pero estoy seguro de que aún no ha encontrado a alguien que la mantenga.
Ella es toda una buscavidas. Pero por alguna razón sigue buscándome a mí. A mí y al mar de mi ventana.

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